jueves, 29 de enero de 2009

Vacaciones forzosas

Tras la sorpresa que me había dado mi hermana con la noticia del posible color de su hijo me esperaba otra en el trabajo con la que no contaba. En mi mesa del despacho había un papel garabateado con la letra de Vicente que simplemente ponía “ven a mi despacho cuanto antes”. Esperaba que mi jefe me pidiera disculpas por haber cogido mis fotos, era lo menos que podía hacer por mí, así que cuando entré en su despacho y me hizo sentar, me escamé al ver su rostro tan serio y distante.
-Ninetta, siento decirte esto, pero tu rendimiento en el trabajo ha disminuido drásticamente.
No me esperaba aquella rotunda afirmación contra mí, pese a todo, intenté defenderme como pude.
-Bueno, he tenido algún problema en mi vida personal, pero he seguido trabajando como siempre, e incluso más, llevo tiempo haciendo horas extra.
-A pesar de todo Ninetta, me veo en la obligación de prescindir de tus servicios.
-¿Cómo? Es una broma, supongo.-Dije yo ciertamente nerviosa.
-No suelo gastar jamás bromas a nadie. Simplemente que es necesario hacer unos pequeños reajustes en la empresa, el momento económico que vivimos ha repercutido negativamente en nuestras ventas y la disminución de clientes nos lleva a tomar decisiones como ésta.
Por un segundo me quedé muda, pero fue sólo un segundo, el tiempo que yo necesitaba para recomponer todo lo que salía de mi cabeza a borbotones sin poder detenerlo.
-Mira Vicente, no me vengas con gilipolleces. Sabes que trabajo, y que lo hago bien. Si quieres echarme, ten la suficiente valentía para decirme la verdad y no me vengas con la manida frase de que todo se debe a la crisis. Suelta ya lo que no me has dicho, porque no creo que haya motivo por el que no deba saberlo.
-Mi mujer ha visto unas fotos tuyas comprometidas.
-Ya, lo sé. Y me pregunto yo por qué narices las tenías tú.
-No tengo ni idea, quizás cuando me diste una copia de tu trabajo. Lo cierto es que mi mujer me ha amenazado con divorciarse de mí si no te despido.
-¡Pero si tú y yo no estamos enrollados! ¿Por qué no le cuentas que tonteas con tu secretaria?
Vicente guardó un teatral silencio y respondió de inmediato.-Porque echarte soluciona mis problemas. Si he de serte sincero, quiero seguir teniendo la vida que tengo y simplemente moviendo una pieza lo puedo conseguir.
-Así que yo soy la pieza que tienes que comerte… Eres más hijo de puta de lo que yo pensaba.
-Por supuesto que te pagaré una buena indemnización por despedirte.
-Seguramente será escasa con la que me merecería tras aguantarte todos estos años-Afirmé yo.

Salí dando un portazo y me dirigí a mi despacho. Los hados del destino últimamente parecían haberme abandonado por completo.

viernes, 23 de enero de 2009

Blanco y negro

-No creas que me acuerdo muy bien de todo lo que pasó esa noche. Creo que bebí demasiado y perdí el control- Comenzó a explicar mi hermana.
-Ya, como cuando pasamos la Nochevieja en casa de Juan Carlos y la montaste pegando a la novia de tu ex -Dije yo añadiendo más leña al fuego.
-Ya sabes lo que suele pasar en las fiestas de mujeres. Decidimos despedir la soltería de Susana en un local de esos que organizan striptease masculinos. Salió al escenario un chico negro guapísimo y creo que las copas de más me lanzaron contra él. No quiero ni recordar las bobadas que hice delante de toda la multitud…
-¿Y le violaste?-Dije yo más divertida que otra cosa.
-No hizo falta, tras el espectáculo se acercó a mí y nos enrollamos. Creo que le gusté.
-Amor a primera vista, ja ja ja. Y lo de usar condón, supongo que no va contigo ¿no?
-Ni me acordé, pero él tampoco. A la semana me hice unos análisis de sangre, agobiada por la idea de tener alguna enfermedad que me hubiera trasmitido.
-Te la hubieras merecido, por insensata.
-Pero lo peor es que fue justo en esa semana cuando también me acosté con Manolo.
-Y por supuesto sin protección-Afirmé yo.
-Tú lo has dicho.
-Pues como tengas un niño negro, Manolo no lo va a tragar, él precisamente, que es más blanco que la leche. ¿Y no se lo has dicho?
-¡Cómo se lo voy a decir! Si ya estaba saliendo con él. Me mandaría directamente a la mierda por frívola.
- Puedes arriesgarte, tienes un 50% de posibilidades de que sea su hijo. Y siempre le puedes contar que tenemos un ascendiente lejano que vino de África.
-No tiene gracia Ninetta, lo estoy pasando fatal.-Dijo mi hermana.
-¿Y la boda? ¿Ya lo has preparado todo? –Pregunté yo cambiando de tema.
-Está prácticamente todo listo. Aunque no creas, me ha costado buscar un vestido que le quedara bien a mi barriga. He engordado unos 15 kilos por lo menos.
-Mujer, es normal, después los perderás sin problemas-Mentí yo.
-Eso espero…Supongo que irás a mi despedida de soltera.
-Vaya, veo que no has tenido tu merecido con esas fiestas. Iré si no hay más remedio.
-Te lo pasarás bien, más divertido que “jugar” con ordenadores.
-Eres muy simpática… ¿Quieres un chocolate caliente?-Pregunté con sorna.
-¡Serás cabrona! –Dijo entre risas lanzándome un cojín.

A pesar de que mi sesión de ciber sexo se había visto frustrada, había merecido la pena escuchar a María. Había llegado la hora de mi venganza y lo mejor de todo, es que yo no era la culpable de su desdicha, sino una mera espectadora que ahora se relamía con las dudas de María.

Tampoco estaba tan mal tener un sobrino moreno.

lunes, 19 de enero de 2009

Las vueltas de la vida

-Ninetta, ¿te pillo ocupada?
-No podías haber encontrado mejor momento para venir a verme, querida hermana- dije yo entre cabreada y abochornada. -¿Se puede saber qué puñetas haces a estas horas en mi casa? ¿Y cómo has entrado? ¿Tiene llaves de mi casa toda la ciudad? Me tranquiliza la idea.
- Las llaves se las he cogido a Manolo No podía dormir y le dije que mi madre me había llamado porque se encontraba mal.
-Vaya, ya comprendo lo útil que resulta una madre para ponerla como centro de todo tipo de excusas…
-¿Y tú qué hacías? -Dijo mirándome con cierta sorna.
-Ejercicios espirituales. Creo que no te importa lo que haga de madrugada en mi dormitorio. ¿No crees?
-Ninetta, tengo un problema muy gordo-dijo bastante nerviosa mientras se sentaba en la cama.

Yo también lo tenía hacía unos segundos en la pantalla de mi ordenador, aunque no se trataba realmente de un problema. El pobre “elplacerdeunagranpolla” seguramente se masturbaba decepcionado al comprobar que había desaparecido de la pantalla justo en el momento en que yo estaba más desenfrenada.

-No estoy segura de que Manolo sea el padre del hijo que estoy esperando.

Miré a mi hermana estupefacta. Ahora resulta que María tenía más amantes que Mesalina en la época de Roma.
-¿Y quién crees que pueda ser el padre? –pregunté yo intrigada.
-No te lo vas a creer…-dijo bajando su voz y mirándome con ojos de culpa.

jueves, 15 de enero de 2009

Morbo y sexo

Conseguí recuperar la conversación con el de la berenjena de inmediato. Abrí de nuevo la webcam y mostré mis pechos en primer plano a aquel hombre al que no conocía de nada. Me había prometido a mí misma una sesión de ciber sexo y no iba a cortarla precisamente en el mejor momento, ya habría tiempo de arrepentirse después tras la calentura, pero ésta me resultaba tan dominante que necesitaba apaciguarla cuanto antes.
-Qué ricas parecen. Manoséatelas un poco para mí. Mientras, me masturbaré para que me veas.

Y comencé mi función, que al principio resultó algo tímida, pero poco a poco fui calentándome tanto, que no dudé en abrir mis piernas y enfocar a aquel sujeto mis encantos escondidos. Me sorprendió lo excitante que resultaba darse una alegría para un extraño y seguí haciéndolo con mayor intensidad mientras veía por la pequeña pantalla la masturbación compulsiva y frenética de mi contrincante. Estaba tan concentrada en mi placer y en las nuevas sensaciones que estaba experimentando, que no dudé en quitarme el camisón cuando él me lo pidió, masturbarme a cuatro patas al ordenármelo y hacer todo tipo de piruetas tras cada uno de sus requerimientos. Estaba indiscutiblemente mojada y excitada, ya nadie me podía parar. Corrí hacia mi cajón y saqué mi amigo nocturno, mi nabo siliconado. Había que rematar la faena y ya poco me importaba que me viera aquel desconocido o doscientos más. Mi cuerpo estaba liberando endorfinas a toda velocidad, la felicidad había relegado a la tristeza y todo me parecía de nuevo maravilloso.

Ya había encontrado mi propio placer, el resto del mundo me daba igual. Lo cierto es que el resto del mundo no parecía opinar lo mismo, dado que justo en ese instante abrieron la puerta de mi dormitorio y me quedé petrificada con mi nabo en la mano derecha y la webcam enfocando mi sexo en la mano izquierda. ¿Pero es que Clara no dormía nunca?

lunes, 12 de enero de 2009

Ordenadores y webcams

De madrugada me senté frente a mi ordenador con una actitud abierta y positiva. En ese batiburrillo de conversaciones sin sentido tenía que haber alguien dispuesto a buscar lo que iba buscando yo: placer sin obsesionarse con la búsqueda sin sentido del hombre ideal. Clara tenía razón, necesitaba sexo con urgencia y a pesar de mis masturbaciones, más que frecuentes, necesitaba tener a un hombre que me marcará el compás de la música que deseaba ardientemente escuchar.

Me había puesto mi camisón negro transparente, que más que sugerir, mostraba plenamente todos mis encantos. Me metí en un chat que ponía “ciber sexo hetero y verdadero” y comencé a lanzar la caña a todos los nicks que me parecieron más sugerentes y provocadores. No tardé en verme bombardeada por una multitud de hombres acosándome para “hablar” conmigo. Tras escribirme con todos ellos apenas unas líneas, hice una selección y cogí a uno que decía llamarse “elplacerdeunagranpolla” Ese mismo me servía.
-Hola encanto-comenzó él- ¿cuéntame cómo eres?
Estaba convencida de que no pretendía que le contara nada sobre mí que no se refiriera exclusivamente a mi físico, así que fui al grano, exagerando en mis proporciones y dotando a mi cuerpo de una voluptuosidad sin precedentes.
-Tengo las tetas bien gordas y hermosas-comencé a decir-un culo de pecado que no abarcarías con tus manos y unos labios que te dejarían sin habla.
-Me la estás poniendo gorda como una berenjena-escribió de inmediato.
Pensé que la idea de una berenjena en mi cuerpo no me hacía demasiada gracia, aunque intenté relajarme y pensar que tampoco estaba tan mal imaginarme algo bien grande entre mis piernas, se trataba de exagerar y provocar la excitación lo más prontamente posible así que, como si fuera una experta chateadota, le seguí el juego.
-Hmmmm, escribí en el ordenador. ¡Cómo me gustaría verla! Lamería el monitor hasta dejarlo impregnado de saliva.
No hizo falta insistir mucho más, de inmediato apareció en mi esquina derecha del monitor un colosal instrumento completamente empinado y ligeramente torcido cual Torre de Pisa. Por fortuna no era una berenjena y sentí que entre mis piernas algo se despertaba.
-Es impresionante-dije yo aún sobrecogida-
-Ahora yo soy quien quiere verte. Enséñame esas tetas que dices que tienes.

Enchufé mi webcam y miré mi imagen reflejada en la pantalla. Fue ahí cuando la parte racional y sensata de Ninetta empezó a hacer la puñeta a su lado más pasional y salvaje. Moví mi ratón hasta situar el cursor en el aspa que cerraba la conversación y pensé que lo mejor era no seguir a pesar de todo.

Lo cierto es que excitada, estaba, y mucho.

sábado, 10 de enero de 2009

Sensaciones y consejos

Tras reiterar mi llamada con los nudillos abrí la puerta y contemplé que el despacho estaba vacío. La desidia laboral no era un caso aislado en la oficina, se trataba ya de una enfermedad que había extendido sus redes hasta los confines del más diminuto de los despachos.

Al volver a mi despacho me toqué la nuca, me dolía la cabeza y sentía que me ardían los brazos tras los manotazos que me había propinado a diestro y siniestro la despechada mujer. Volví a mirar las fotos y por un instante me sentí transportada a la noche en que posé para Andrés. Era increíble la cantidad de sensaciones y sentimientos encontrados que habían provocado: placer en Andrés al hacérmelas, sensualidad en mí al ser la protagonista, risas, morbo y excitación en el público que las vio el día de la conferencia, celos en la mujer de Vicente al descubrirlas. Precisamente éste era el que más me había sorprendido, su actitud indiferente y fría que yo creí reconocer en él escondía un interior lleno de sorpresas. Seguí haciendo memoria y me trasladé hasta la habitación de hotel, buscando el momento en que las usurpó de mi ordenador. Debió de ser un instante en el que yo estaba en el baño, apenas un minuto era suficiente para guardar aquel documento reciente en un pen drive sin que yo me diera siquiera cuenta.

Clara me bajó de la nube de recuerdos en la que me había sumido, muy preocupada por mi actitud el día de mi cumpleaños. Lo cierto es que, aunque fuera una pesada, no era mala gente, pero ya ni eso me resultaba suficiente para aguantarla ni medio segundo.

-Mira Ninetta-me dijo entre pregunta y pregunta-Lo que tú necesitas es un buen polvo. Desde que estoy contigo no he visto que llevaras a ningún hombre a casa y siendo sincera, un buen revolcón te relajaría mucho. Yo sé que mi compañía te viene bien, pero como persistas en tu actitud de borde, creo que te voy a tener que dejar y volver a mi casa.
Miré a Clara y pensé que aquella mujer no se enteraba de absolutamente nada. Ahora era ella la que me hacía un favor viviendo en mi casa. Sus palabras, sin embargo, llegaron hasta mí como una dulce caricia: estaba pensando en largarse por fin, no podía sentir en ese instante una felicidad más plena.
-De todas formas Ninetta, he de confesarte algo: he conocido a un hombre, y quien sabe, a lo mejor hasta acabamos viviendo juntos.
-¿Y dónde lo has conocido? ¿En el trabajo? Pero si te pasas la vida enganchada al ordenador.
-Precisamente Ninetta, no he encontrado mejor vía para buscarlo. Como mi ex, mira, ¡a saber dónde se encontrará ahora! Te voy a contar un secreto Ninetta-dijo cerrando la puerta y mirando que no hubiera nadie cerca- He practicado ciber sexo con él y ni te imaginas lo divertido que es…

Miré sus ojos brillantes y su amplia sonrisa. No cabía la menor duda de que en esos momentos mi compañera de piso era una mujer más feliz que yo, no merecía la pena ofuscarse con pensamientos de fracaso y dolor, lo mejor era buscar el placer sin más como un fin absoluto y definitivo.

Creo que iba a empezar a buscarlo sin más pretensiones.

lunes, 5 de enero de 2009

Susto mortal

Abrí los ojos al no sentir la bala lacerando mi cuerpo y vi que lo que aquella mujer había sacado del bolso no era una pistola, sino unas cuantas fotos impresas en folios en blanco que lanzó contra mí con rabia y un odio absoluto.
-¡No tienes ninguna vergüenza, so guarra!
Contemplé anonadada las fotos. No tuve que detenerme mucho en cada una de ellas, no cabía duda que eran las fotos que Andrés me hiciera un día y que con poca fortuna acabaron siendo exhibidas por su culpa en el congreso al que asistí con Vicente, mi jefe.
-No entiendo nada-Dije yo sincera-¿Pero se puede saber por qué tienes mis fotos?
-No disimules, guapita. Sabía que había una pelandusca detrás de Vicente, pero no supe de quien se trataba hasta que encontré tus “bonitas” fotos en su ordenador. ¡Te juro que me vengaré!

Y mientras yo intentaba procesar sus palabras en mi cerebro, salió dando un sonoro portazo tan digna y altivamente como había entrado.
Finalmente me incorporé, coloqué la silla, me recompuse el vestido y me peiné con los dedos. Cogí todas las fotos que me había dejado la mujer de Vicente y me encaminé al despacho de éste con la esperanza de encontrarme con él y con la loca de su mujer para aclarar las cosas de una vez. A pesar de la paliza que me había dado, estaba dispuesta a aceptar las disculpas de ambos, de Vicente, por haberse apropiado indebidamente de un material fotográfico que no era suyo, y de ella, por haberse precipitado sin pruebas contra mí.

Llamé a la puerta del despacho y esperé respuesta.