martes, 20 de noviembre de 2007

El alivio


Caminé como un león enjaulado por el pasillo intentando que el tiempo trascurriera lo más rápido posible y poder montar en cólera contra la traidora pareja cuando despertaran por fin. Es cierto que ya no estaba con Manolo, pero mi hermana me debía una fraternal fidelidad. No me lo podía creer, en mi casa, delante de mis narices y sin ningún tipo de reparo. Estaba rabiosa, sentía mi estómago encogido y no tenía siquiera ganas de desayunar. No me contenía en hacer todo tipo de ruidos intentando despertar a la feliz pareja de su nido de amor. Cerré varias veces la cocina dando sonoros portazos para intentar que se levantaran por fin. Se me estaba haciendo tarde, pero no podía irme sin ver la cara de ambos.

Algo tenía muy claro: a ninguno de los dos volvería a hablarle en la vida. No se merecían otra cosa. Intenté recordar las veces que Manolo coincidió con mi hermana en comidas y eventos familiares y llegué a la conclusión de que María siempre se había sentido atraída por Manolo. Mi cabeza intentaba atar cabos sueltos, entretejía extrañas historias de pasión y desenfreno y temí que se hubieran acostado juntos anteriormente sin que yo lo supiera. Tonta, tonta y tonta, repetía mentalmente como si de un mantra se tratara.

La hora se me echaba encima así como la bronca que me caería en el trabajo por llegar tarde. Empezaba a buscar excusas creíbles que contarle a mi jefe: un asesinato en el metro y los vagones parados, atasco en una acera por una campaña publicitaria donde regalaban paraguas... Algo que pudiera parecer verdad. En ese momento, mi hermana abrió la puerta del dormitorio sonriente.

-¡Buenos días Ninetta! He dormido como una reina.
-Ya... Habéis dormido, querrás decir... Manolo y tú.
-¿Manolo? Ni idea si habrá dormido bien o mal.
-María no te hagas la tonta que lo sé todo.
-¿Pero de que me hablas que no me entero?
-No te voy a explicar nada que tú no sepas, haz el favor de vestirte y largarte de mi casa, y dile a Manolo que se vaya ahora mismo también.
-¿Manolo? Al final decidió que se marchaba a su casa a dormir. No estaba convencido de que fuera una buena idea tal y como eres. Estás trastornada Ninetta.

No sabía si creerla, pero para cerciorarme, aproveché el instante en que ella se metió en el baño para entrar en el dormitorio de invitados. Miré debajo de la cama, en el armario y en la pequeña terracita exterior que había. Manolo no estaba.

Sentí dos cosas en ese momento: alivio y hambre.




3 comentarios:

Félix Amador dijo...

Ya me imaginaba por dónde iba la cosa, y es que los tíos somos tan predecibles...

En cualquier caso, ¿lo de hacer un trío con Manolo y tu hermana no te lo has planteado nunca, no?

Ninetta dijo...

Ja ja ja. Jamás!!!!

Un beso.

CHAMAN dijo...

me sedujo el conjunto

imagenes, textos

besos