lunes, 12 de enero de 2009

Ordenadores y webcams

De madrugada me senté frente a mi ordenador con una actitud abierta y positiva. En ese batiburrillo de conversaciones sin sentido tenía que haber alguien dispuesto a buscar lo que iba buscando yo: placer sin obsesionarse con la búsqueda sin sentido del hombre ideal. Clara tenía razón, necesitaba sexo con urgencia y a pesar de mis masturbaciones, más que frecuentes, necesitaba tener a un hombre que me marcará el compás de la música que deseaba ardientemente escuchar.

Me había puesto mi camisón negro transparente, que más que sugerir, mostraba plenamente todos mis encantos. Me metí en un chat que ponía “ciber sexo hetero y verdadero” y comencé a lanzar la caña a todos los nicks que me parecieron más sugerentes y provocadores. No tardé en verme bombardeada por una multitud de hombres acosándome para “hablar” conmigo. Tras escribirme con todos ellos apenas unas líneas, hice una selección y cogí a uno que decía llamarse “elplacerdeunagranpolla” Ese mismo me servía.
-Hola encanto-comenzó él- ¿cuéntame cómo eres?
Estaba convencida de que no pretendía que le contara nada sobre mí que no se refiriera exclusivamente a mi físico, así que fui al grano, exagerando en mis proporciones y dotando a mi cuerpo de una voluptuosidad sin precedentes.
-Tengo las tetas bien gordas y hermosas-comencé a decir-un culo de pecado que no abarcarías con tus manos y unos labios que te dejarían sin habla.
-Me la estás poniendo gorda como una berenjena-escribió de inmediato.
Pensé que la idea de una berenjena en mi cuerpo no me hacía demasiada gracia, aunque intenté relajarme y pensar que tampoco estaba tan mal imaginarme algo bien grande entre mis piernas, se trataba de exagerar y provocar la excitación lo más prontamente posible así que, como si fuera una experta chateadota, le seguí el juego.
-Hmmmm, escribí en el ordenador. ¡Cómo me gustaría verla! Lamería el monitor hasta dejarlo impregnado de saliva.
No hizo falta insistir mucho más, de inmediato apareció en mi esquina derecha del monitor un colosal instrumento completamente empinado y ligeramente torcido cual Torre de Pisa. Por fortuna no era una berenjena y sentí que entre mis piernas algo se despertaba.
-Es impresionante-dije yo aún sobrecogida-
-Ahora yo soy quien quiere verte. Enséñame esas tetas que dices que tienes.

Enchufé mi webcam y miré mi imagen reflejada en la pantalla. Fue ahí cuando la parte racional y sensata de Ninetta empezó a hacer la puñeta a su lado más pasional y salvaje. Moví mi ratón hasta situar el cursor en el aspa que cerraba la conversación y pensé que lo mejor era no seguir a pesar de todo.

Lo cierto es que excitada, estaba, y mucho.

2 comentarios:

Félix Amador dijo...

Huy, me ha costado un calentón ponerme al día.

Atalaje dijo...

al probre le dejaste la berenjena lista para meter al horno jajajaja, tu si que sabes!