Aquel domingo lamentablemente tenía planes. Mi desidia me impelía a la absoluta soledad pero la brutal insistencia de mi madre en que fuera a comer a su casa el domingo me hizo enarbolar la bandera de la rendición. Suponía que se trataba de la típica comida familiar de paz y armonía para celebrar los desposorios de uno de sus miembros. Pero nosotros no éramos una típica familia de clase media, no había ni paz ni armonía entre nosotras y que mi hermana se casara era algo que no me importaba a pesar de que su contrincante fuera precisamente el hombre con el que me había casado yo hace años.
Lo que más me disgustaba sin embargo no era el hecho de una falsa unión fraternal, sino tener que explicar a mi madre y a mi hermana que me habían despedido. Estaba convencida de que si no lo contaba yo, se enterarían por terceros. Prefería narrar a mi manera la situación sin tener que dar mayores explicaciones.
Al salir de casa me despedí de Clara que miraba ensimismada la pantalla de su ordenador. Las relaciones con su novio cibernético proseguían por buen camino y eso a pesar de que eran más las veces que Clara esperaba a Emilio sentada frente a la pantalla. Por más que le intentaba decir una y otra vez que no se enganchara con una ilusión que llegaba a través del wifi, no quería siquiera escucharme. Intuía que el día en que ambos se conocieran, todo se desvanecería y volverían a la realidad. De algo estaba convencida: las heridas que le había provocado su separación con Jerónimo sanarían con las próximas provocadas por el misterioso internauta.
Cuando llegué a casa de mi madre, me recibió con una sospechosa e inusual alegría impropia de ella. ¿Le habría tocado la lotería y estaba a punto de hacer el generoso reparto entre sus hijas?
Al llegar al salón me di cuenta de que el dinero brillaba por su ausencia y que la sorpresa que me esperaba no me la hubiera imaginado jamás.
Lo que más me disgustaba sin embargo no era el hecho de una falsa unión fraternal, sino tener que explicar a mi madre y a mi hermana que me habían despedido. Estaba convencida de que si no lo contaba yo, se enterarían por terceros. Prefería narrar a mi manera la situación sin tener que dar mayores explicaciones.
Al salir de casa me despedí de Clara que miraba ensimismada la pantalla de su ordenador. Las relaciones con su novio cibernético proseguían por buen camino y eso a pesar de que eran más las veces que Clara esperaba a Emilio sentada frente a la pantalla. Por más que le intentaba decir una y otra vez que no se enganchara con una ilusión que llegaba a través del wifi, no quería siquiera escucharme. Intuía que el día en que ambos se conocieran, todo se desvanecería y volverían a la realidad. De algo estaba convencida: las heridas que le había provocado su separación con Jerónimo sanarían con las próximas provocadas por el misterioso internauta.
Cuando llegué a casa de mi madre, me recibió con una sospechosa e inusual alegría impropia de ella. ¿Le habría tocado la lotería y estaba a punto de hacer el generoso reparto entre sus hijas?
Al llegar al salón me di cuenta de que el dinero brillaba por su ausencia y que la sorpresa que me esperaba no me la hubiera imaginado jamás.
1 comentario:
cuenta cuenta, éste es uno de los mejores blogs que he leido y que aun me enganchan, enhorabuena ninetta :)
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