jueves, 23 de octubre de 2008

Sorprendentes revelaciones

Estaba claro que mi querido jefe Vicente había olvidado por completo que a esas horas quizás su secretaria y él no fueran las únicas personas que estuvieran trabajando en la oficina. Bueno, lo cierto es que tampoco se podía aplicar la palabra “trabajar” a lo que hacían en esos momentos. Pili mantenía una difícil postura encima del lavabo y mi jefe parecía querer empotrar contra la pared tanto a su amante como al lavabo, sus arriesgadas maniobras tenían más de ejercicio que de trabajo.

-Perdón. –Dije yo cuando ambos se dieron la vuelta al verme aparecer.-Cerré la puerta de inmediato y corrí a mi despacho en busca de mi bolso para salir por pies de allí. No quería saber nada de las andanzas de Vicente y meterme en medio de ninguna historia, bastante tenía con las mías propias. Cerré el ordenador a golpe de botón y ni siquiera esperé a que viniera el ascensor, encaminándome a la salida por las escaleras.

Cuando llegué a la calle, comencé a tranquilizarme. Tampoco pasaba nada por haber pillado a la fogosa pareja, es más, aparte de que por fin había saciado mi curiosidad, siempre podría servirme de moneda de cambio para chantajear a Vicente si fuera necesario. Mientras caminaba, mi humor mutó y pude contemplar cómo me miraba la gente cada vez que me acordaba de la escena pensando que yo era una chiflada en cada una de las carcajadas que soltaba.

No sabía cuanto tiempo llevaría Vicente enrollado con su secretaria, pero quizás la escena de sonambulismo del hotel había sido el inicio de una etapa de relaciones extra conyugales fruto del aburrimiento. O simplemente ya la había comenzado hacía tiempo y yo podía haberme convertido en su nuevo rollo si me hubiera mostrado ante él “más abierta”.

Al llegar a casa, mi humor volvió a cambiar. Soy una mujer influenciable por las fases de la luna y esa noche parecía que más. Pensé que quizás no había en este mundo ningún hombre que fuera fiel y yo no iba a tener mejor suerte, dudaba de las ausencias de Juan Carlos y sabía de las andanzas de mi vecino. ¿Por qué nos resultaba tan difícil a las mujeres separar el amor del sexo? ¿Sería viable una operación para separar en el cerebro ambas cosas?

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