sábado, 18 de julio de 2009

En busca del paritorio

Al llegar al hospital buscamos de inmediato una enfermera que atendiera a mi hermana. En cosa de un minuto ya la habían colocado en una silla de ruedas y la llevaban con urgencia al quirófano.
-¡Llama a Manolo y a mamá, por favor! –Gritó ella desde lejos.

El aspecto de Andrés no dejaba indiferente a nadie, aquellas miradas que recibía de la gente que se encontraba en la sala de espera avergonzaban a cualquiera, incluido a él, que no sabía muy bien como taparse. Cogí mi teléfono e hice las llamadas que me había perdido mi hermana. Manolo casi perdió la voz al comunicarle la noticia y mi madre había dado un terrible grito que me había dejado el oído con una alta insensibilización.

Una marabunta de mujeres vestidas de fiesta inundó la sala de espera. Yo no quería ni siquiera acercarme para no tener de nuevo un enfrentamiento en toda regla con la loca con la que me había pegado en el club. Sin embargo, las cosas comenzaron a ir peor por el lado masculino, al entrar Juan Carlos también al hospital tras aparcar su vehículo.
-Quién es este fantoche que está contigo Ninetta? –Dijo Juan Carlos mirando con desprecio a Andrés.
-¡Tú sí que eres un fantoche, gilipollas!-Dijo Andrés empujándole levemente.
-Ni me toques, chulo de mierda.
-¿Por qué no lo dejáis? –Rogué yo a ambos.

Mi súplica cayó en saco roto, Andrés y Juan Carlos se enzarzaron en una pelea en medio de la sala de espera, mientras yo intentaba separarles para que no nos echaran de allí, que era lo que nos merecíamos todos por alterar el orden sanitario.

Lo cierto es que a pesar de todo, sentía cierta vanidad por saber que realmente se estaban peleando por mí. Era el momento de decidirse por uno u otro y dejar las cosas claras a ambos. De nuevo tenía un trabajo estable y quería que mi vida sentimental siguiera el mismo derrotero.

Ninguno de los dos parecía salir victorioso del enfrentamiento de momento. ¿Debería elegir la dama al vencedor de la lid?

La dama en ese momento lo único que deseaba era ir al servicio a vomitar. La cena y los líos me habían sentado realmente mal.

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