jueves, 20 de diciembre de 2007

Un día soleado


Ando por la calle de la misma manera que lo hace la Pantera Rosa en los dibujos animados, sonrío y miro el cielo. Está completamente azul. Tras unos días de terribles nieblas vuelve a brillar el sol. Me siento radiante, una mujer nueva, creo que hasta el pelo lo tengo más suave y brillante.

Acostarme con Andrés ha sido la mejor terapia que haya podido tener tras mi ruptura. He descubierto mundos nuevos, sensaciones que no podría describir con palabras, me siento plena y feliz.

Observo a Pepe en el trabajo, pero a pesar de que me concentro y me esfuerzo, no puedo evitar verle en mi imaginación desnudo, con los brazos en cruz y con sus calcetines negros puestos. Ahora me alegro de que se durmiera y no haber hecho el amor con él. Para eso ya tengo a mi vecino de al lado. Él se ocupará de satisfacer todos mis deseos cuando se lo requiera. ¡Y lo cómodo que resulta! Tenerle tan a mano en todo momento es una gran ventaja, se ahorra tiempo y más en una gran ciudad como ésta de grandes distancias.

Mi inquieta imaginación se desborda. Pienso en el tabique que podríamos tirar para poder unir los dos pisos y hacer nuestra amorosa mansión. Me he convertido en arquitecta, ya puedo ver a los obreros picando el muro que nos separa.

Al llegar a mi casa, me dirijo a su casa para darle un pequeño regalo que le acabo de comprar en un ataque romántico: una bolsa de bombones en forma de corazón. Llamo al timbre y espero que me abra. Tarda bastante para ser una casa tan pequeña. Pego mi oreja a la puerta y oigo algún que otro ruido. Vuelvo a llamar, no me corto y dejo mi dedo largo rato sobre el pulsador. Por fin sale Andrés casi desnudo, con una toalla alrededor de su cintura colocada con muchas prisas, seguro que si quita la mano que la sostiene conseguiría ver todo un primer plano de su miembro.
-Hola Andrés. ¿Qué tal? Iba a mi casa pero antes quería darte algo…
-Hola Ninetta.-Andrés apenas asoma su cara, tiene la puerta casi cerrada y está bastante serio y algo nervioso. –muchas gracias, mañana me lo das, me encantan los bombones. ¿Vale? He tenido un día duro y estoy agotado.

Me tira un beso al aire, me guiña un ojo y me da con la puerta en las narices.

Me voy a casa un poco ofuscada, abro la bolsa con los bombones rechazados y me como uno.

¿Estará con alguien?


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