sábado, 15 de diciembre de 2007

Madrugada de placer


No me he equivocado, Andrés está tan erecto como despierto. Me mira entre pícaro y sonriente, adivino su deseo, que es el mismo que reflejan mis ojos. Ni una palabra para fijar posiciones, las hemos fijado en silencio, dejamos que sean nuestros cuerpos los que hablen su propio lenguaje. Andrés me ha bajado el tirante del camisón y acaricia mis pechos. Estoy como una gata en celo, hipersensible a cualquier mínimo roce y le acaricio con necesidad. Me gusta su cuerpo, es delgado, tiene buen tipo y algún que otro músculo bien posicionado. No tiene barriga y eso es una grata novedad para mí. Me recreo dibujando la trayectoria de una serpiente imaginaria con mis dedos sobre su piel, me gusta sentir el calor que desprende, mis manos se han calentado, las yemas de mis dedos aprecian el más mínimo detalle del recorrido que le hago.

Andrés se incorpora y me ayuda a quitarme el camisón por completo, mira mi desnudez con tal detenimiento y concentración, que sin querer, empiezo a sonrojarme y disimuladamente pongo mis brazos sobre mi cuerpo. Pero Andrés mueve negativamente la cabeza, me aparta los brazos, quita las sábanas y comienza a saborear mi piel en sus labios. Es un dulce tormento, un escalofrío recorre mi cuerpo de arriba abajo, a veces he de reprimir una nerviosa risa, siento cosquillas a su paso, otras veces, no reprimo mis jadeos, las cosquillas han desaparecido y sólo percibo un maravilloso goce. Es tal el placer que me produce que suplico con la boca pequeña que no siga, no puedo resistir más sus labios. En esos momentos desearía que me penetrara.

Me da la vuelta y recorre mi espalda con su lengua en punta. A medida que va pasando por cada centímetro de mi piel mi vello se eriza como agradecimiento, todo un saludo marcial. Ataca mi cuello sin piedad, me mordisquea suavemente y yo me he rendido a él, estoy húmeda y excitada como nunca.

Me doy la vuelta y me encuentro cara a cara con él, quiero darle las gracias como se merece, me pongo de rodillas y le pido que se tumbe. Recorro a base de besos su pecho y su vientre, juego con mi lengua, aleteo con ella hasta que llego hasta su miembro. Lo rozo con mi lengua, estiro su fina piel entre mis labios, lo lamo y lo chupeteo, juego con él. Me gusta su sabor. Mis manos acarician sus piernas, me acerco hasta sus nalgas y sigo con un dedo la unión de ambas.

Andrés me pide en un susurro que no siga, está muy excitado, se tumba sobre mí y tras unas pequeñas presentaciones, se lanza directamente al hoyo. Ya no veo la humedad del techo, ni el cuadro de la pared, estoy flotando entre sueños. Abro los ojos y entre jadeos, le hablo del tema de la planificación familiar. No puede haber mejor momento para plantearlo.
-Tranquila, lo tengo todo controlado.

Me lo creo o eso es lo que quiero. Con su comentario me basta y damos por zanjado el tema. Además, me he dado cuenta de una cosa: no tengo preservativos en mi casa, mañana sin falta voy a la farmacia a comprarlos. Sigo disfrutando e inesperadamente siento una oleada de espasmos que atacan todo mi cuerpo dejándolo laxo. ¡OH Dios mío, es la primera vez que tengo un orgasmo mientras hago el amor con un hombre! Señalaré este día para siempre en mi calendario, más importante que mi boda, mi primera comunión o el día en que malamente, perdí la virginidad con Manolo. Soy feliz.

Descansamos tras la fiesta. Andrés duerme abrazado a mí y yo sigo en mi nube. ¿Me estaré enamorando?


1 comentario:

Félix Amador dijo...

¡Márcalo en tu calendario! Vaya momento. Pero, por otro lado, o lo hablas o compras preservativos ya, que nos has dejado con una inquietud embarazosa.....