martes, 13 de noviembre de 2007

El día después


Al día siguiente de la catástrofe amatoria intenté hacer lo posible por no cruzarme con Pepe ni una sola vez. Pepe no es que estuviera abochornado, es que si hubiera encontrado un agujero negro que le absorbiera por completo para siempre de mi presencia se hubiera lanzado a él sin dudarlo. Vi de lejos su rostro compungido y algo macilento y a pesar de todo sentí cierta lástima por él.

Lo cierto es que había aprendido la lección: por muy desesperada que estuviera podía llegar a estarlo más aún después de otra noche así. Debería empezar a cribar lo que me llevaba a la cama o acabaría acostándome con media ciudad y no precisamente la mitad buena.

Me ha llamado al trabajo mi hermana María con una crisis en toda regla. Las casualidades a veces nos castigan misteriosamente y a ella la habían maltratado sin piedad. Se había encontrado con su ex en plena calle acompañado de su joven adquisición. El encontronazo fue inevitable, sin posibilidad de escapatoria y María, respondió al saludo muy educadamente con un “hijo de puta” y “zorra” muy poco dignos de una señora.

María lloraba al otro lado del teléfono con rabia, frustrada por haber sido rechazada, agobiada por el paso del tiempo que parecía que había hecho mella en ella a velocidad de vértigo. Porque María, tras la separación, se había abandonado, en su aspecto, en su ilusión y en sus ganas de vivir. Eso no me iba a pasar a mí. Quedé con ella esa misma tarde para intentar animarla un poco y aconsejarle que abandonara el hogar materno al que había acudido como refugio tras la separación. No tenía sentido vivir en casa de nuestra madre cuando ella se había quedado con el enorme piso que compró con Fernando, su ex, nada más casarse.

Y es que nuestra madre era bastante absorbente, negativa en extremo y pesimista de nacimiento. Sus palabras favoritas eran “imposible”, “no” e “inevitable” Nada tenía remedio, “igual que la muerte” soltaba siempre al final de sus conclusiones. Vivir con ella era impregnarse de ese halo de pensamientos poco recomendables. Justo lo que le estaba pasando a María en estos momentos.

Al llegar a la cafetería me la encontré sentada en una mesa llena de vasos que hacía unos instantes rebosaban de cerveza, fumaba cerrando los ojos en cada chupada y miraba con aire distraído la gente que pululaba por el bar. Enseguida percibió mi presencia, me senté frente a ella y dejé que fuera soltando todo lo que tenía dentro.

-Y encima el muy imbécil se ha comprado ropa nueva. Parece un chulo de playa.
-Seguro que ha sido cosa de la chica con la que está. ¿Cómo se llamaba, por cierto?
-Lisa creo. Pero me da igual como se llame. No sé que habrá visto en ella. Aunque la verdad es que dudo que le sirva de mucho tener una peluquera a su lado, con esos cuatro pelos mal puestos que le quedan.
-Y encima alguno canoso.
-Si, su aspecto es totalmente lamentable, ja ja ja.-Sentenció María.

Estuve con mi hermana toda la tarde. No parecía tener mucha prisa porque nos fuéramos de allí, pero yo estaba deseando descansar y dormir. La noche anterior apenas había podido pegar ojo y mi cuerpo estaba resentido y agotado debido a la falta de costumbre.
-Ninetta, te quería pedir un favor.
-Dime María.-Yo me puse en guardia, nunca se sabía lo que María podía estar tramando. A pesar de ser mi hermana, no me fiaba demasiado de ella.
-¿Puedo dormir en tu casa esta noche? Tuve una discusión con mamá y hoy no tengo ninguna gana de verla.
Respiré aliviada al escuchar su petición.
-¡Hija espabila! Lo que tienes que hacer es largarte ya de ese mausoleo. ¡Con la casa tan bonita que tienes!
-Ya… no sé, quizás debería hacerlo.
-Anda vamos a casa, te dejaré un pijama.

Al llegar a mi casa y abrir la puerta me encuentro con una desagradable sorpresa: alguien ha entrado en ella. Empujo la puerta no sin cierto temor y miro con recelo al interior. Apenas ilumina la estancia la pequeña lámpara que está encima de la mesa esquinera del salón, pero vislumbro una figura masculina levantándose del sofá. Me pongo a gritar con fuerza mientras agarro a María del brazo hasta que consigo distinguir con claridad la silueta que se acerca…


1 comentario:

Félix Amador dijo...

¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién es es figura mas-cu-li-naaaaa?

Me quedo en vilo esperando la continuación. Entretanto, me entretengo pensando que si el ex de tu hermana parace ahora un Chulo De Playa, eso sirve para confirmar que tu hermana hizo bien separándose.

Me imagino la pinta.