jueves, 30 de octubre de 2008

¿Planes para el fin de semana?

Otro fin de semana de típica divorciada sin relación estable. Tras haber hecho las paces con Juan Carlos y prometerme que las cosas de aquí en adelante iban a mejorar, me ha plantado en el último momento. La excusa es la de siempre, su incombustible madre otra vez con problemas de salud. Sé que no debería ser mal pensada, pero no puedo evitarlo y más tras pillar a Vicente haciendo piruetas. Lo que es indiscutible es la multitud de hombres en edad de merecer o próximos a cumplir cuatro o cinco decenas de años que son incapaces de ser fieles y su máxima ilusión es compaginar dos o incluso en ocasiones para los más promiscuos, hasta tres relaciones. La mayor parte de las infidelidades se producen principalmente con compañeros de trabajo y la jornada laboral tan extensa es ideal para que se prodiguen los furtivos encuentros. Una vez elegida la presa y cuando ésta ha dado el visto bueno, todo resulta relativamente sencillo. Se mantiene una relación de cara a la galería y se tiene en horas de oficina otra más apasionada con el compañero o compañera al que, exceptuando esos momentos furtivos en escondites al cobijo de miradas indiscretas, no se ve nunca.

Respecto a Juan Carlos no sabía qué pensar. A veces montaba en cólera contra mí misma al llegar a la conclusión de que aquellas desapariciones se debían a la existencia de una tercera en discordia y otras veces simplemente pensaba que era una estúpida pensando así, llegando a la conclusión de que en realidad me quería. La única duda que se me planteaba en este segundo caso era si me quería más o menos que a su madre.

Lo cierto es que no quedar con él el fin de semana me producía algo de desaliento, quizás el mismo que me producía desconocer el paradero de Andrés, del cual nada sabía desde la última vez que nos acostamos juntos.

Sin planes, sin sexo y sin dinero. Creo que me dedicaré a ver alguna película en la televisión y sacaré del cajón mi maravilloso consolador a pilas. El sexo compartido es uno de los mejores inventos pero a falta de él, un buen revolcón con una misma siempre es una buena terapia.

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