viernes, 31 de octubre de 2008

Desagradables noticias

Mi hermana parecía ser la única persona en el mundo que se había acordado de mí ese fin de semana. A pesar de que su llamada me sorprendió, manteníamos un trato bastante distante desde que se relacionaba “profundamente” con mi ex, sentí que me venía bien hablar con alguien. María irradiaba alegría, era increíble que Manolo hubiera conseguido con ella lo que jamás consiguió conmigo. ¿Habría aprendido mi ex a follar durante los meses que estuvimos separados? Lo cierto es que aparte del encuentro que tuve con él una noche en la que estaba desesperada, dudaba que hubiera tenido ninguno más. Tampoco le veía capaz de irse de putas sabiendo lo recatada que era su madre y las ideas que le había inculcado sobre moralidad desde pequeño. Pero ese derroche de carcajadas que no estaba acostumbrada a ver en mi hermana tenía que ser por ese motivo. Nunca me contó nada de Fernando y sus artes amatorias, aunque presupuse que algo, aunque fuera mínimamente, había mejorado.

Pero mi hermana no me había llamado simplemente para charlar un rato conmigo y preguntar qué tal estaba. Eso le daba exactamente igual, me había llamado para pasarme por las narices su plena felicidad.
-Te tengo que contar una cosa Ninetta-dijo mi hermana bajando su voz y creándome intriga.
-Dime María... ¿Te ha tocado la lotería aparte de mi ex?
-Ja ja ja, ¡Qué mala eres! Menos mal que no me enfado. ¡Estoy embarazada!

Me quedé completamente muda. Por nada del mundo pensé que en vez de un hijo con Manolo iba a tener un sobrino. No lo soñé ni en mis peores pesadillas.
-Qué bien…Je je.
-Y otra cosa… Hemos decidido casarnos a finales de otoño. Bueno, va a ser algo sencillo, que por esas fechas ya estaré muy gorda ja ja ja. La familia y poco más. Pero queremos formalizar nuestra relación, no sabes lo que te agradezco que no os fuera bien. Bueno, no quería decir eso, ya me conoces.

Claro que la conocía, a la perfección. La muy cabrona me había restregado por la cara con el estropajo metálico toda su felicidad, su futuro marido y su futuro hijo. Me dolía la cara y me dolía todo el cuerpo de rabia. A veces parece que el destino premia y castiga a unos y otros con una total falta de justicia.

Yo me sentía en ese momento injustamente castigada.

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