lunes, 23 de junio de 2008

Cambio de papeles

Hoy he quedado con mi hermana a tomar un café. Hace varios días que Juan Carlos y yo no nos llamamos y no me encuentro demasiado animada. Sé que ver a María es un puro acto de masoquismo, pero me resigno al castigo y a la humillación familiar.

Antes de nada le he prohibido que hable de su relación con Manolo. Se me revuelve el estómago sólo de pensar que mi ex folla con mi hermana. ¿Será más apasionado con ella de lo que era conmigo?

-¿Y qué tal en la cama? –Pregunto finalmente cuando siento mi curiosidad a punto de estallar.

-¡Maravilloso! Mejor que con Fernando –responde casi sin pensar y con tal sonrisa de felicidad en su cara que me dan ganas de levantarme e irme para que no pueda percibir la rabia que me da- Por cierto, no sabes lo de Fernando ¿verdad?

-¿Qué le pasa? –pregunto sin mucho interés.

-La peluquera le ha dejado por un camarero cachas mucho más joven que él. Le han castigado con la misma moneda, ja ja ja. ¡Qué se fastidie!

-Si es que Fernando es otro gilipollas, como Manol…- me doy cuenta de lo que estoy diciendo y me callo-

-Pero lo mejor de todo- continuó María haciendo caso omiso a mi anterior comentario- es que el muy desgraciado me llamó un día para decirme que me amaba, que me echaba de menos y que quería que volviéramos a estar juntos. Yo alucino. Ahí fue el momento en que me aproveché de su debilidad para darle la puntilla. Le conté que estaba reformando el piso para irme a vivir con mi novio, ja ja ja. ¡Se quedó mudo!

Tan muda como me quedé yo al escucharla. Por lo visto había parejas que tenían un ritmo mucho más rápido que el que me imponía Juan Carlos. Ella se iba a vivir con Manolo y yo, luchaba por tan sólo pasar un fin de semana con él.

¡Pero qué vida tan injusta!

viernes, 6 de junio de 2008

Peleas

Esta noche Juan Carlos y yo hemos discutido. Rechaza sistemáticamente todas mis proposiciones para irnos juntos un fin de semana a una casa rural. Él dice que eso es ir demasiado deprisa y yo no estoy de acuerdo. Simplemente me apetece desconectar de todo junto a la persona que quiero. ¿Acaso es un delito? Insiste en que necesita espacio y tiempo y me ha insinuado que en ocasiones resulto agobiante, cosa que me ha repateado. Tengo la impresión de que su reacción es la típica de los hombres con miedo al compromiso. ¿Es que piensa que yo lo tengo más claro que él? ¿Realmente cree que pasar un fin de semana conmigo es un paso previo al matrimonio? ¡Será estúpido!

Lo cierto es que en esta ocasión no he tenido paciencia y en vez de esperar a una próxima fecha en la que él por fin se encuentre en condiciones de aceptar, le he mandado directamente a la mierda y a su casa, y no he podido dejar de decirle mientras le daba con la puerta en las narices, que la única razón de que no quiera que vayamos juntos de viaje es que no me ama y que en realidad, lo único que mantenemos entre nosotros es un rollo continuado.

Al irse de mi casa me siento más sosegada pensando que he hecho lo más adecuado, pero tras media hora, mi cabeza me juega una mala pasada y la alegría por haberle echado se enturbia. ¿Habré sido demasiado dura con él? ¿Realmente me quiere como yo quiero que me quieran? ¿Era mañana o pasado cuando me venía la regla?