Tras las calabazas que me había dado Carlos me fui al servicio a refrescarme un poco y retocarme los labios. En esos instantes estaba ocupado y tuve que quedarme esperando en el pasillo donde se situaban. Pero la noche parecía que me iba a dar más sorpresas porque en ese momento, Pepe apareció, más ebrio que yo y con un rápido gesto, tiró de mi mano hasta que consiguió meterme, sin que me diera tiempo a reaccionar, en el servicio de caballeros.
-¡Pero qué haces! ¿Te has vuelto loco?
-Ninetta…yo…yo no he podido dejar de pensar en aquella noche en que viniste a mi casa. Siento que te debo algo y te lo voy a pagar ahora mismo.
Y Pepe, ante mi atónita mirada, se bajó pantalones y calzoncillos, se acercó a mí y me besó torpemente.
-¿Estás chalado? ¡Para ya!
Yo forcejeé, aunque no fue necesario emplear mucha fuerza pues enseguida se rindió y se apartó de mí.
-¡Qué vergüenza Ninetta! Cuando lo siento…Creo que estoy algo borracho.
Y Pepe, tras el ataque comenzó a llorar como un bebé. Su aspecto no obstante era aún más ridículo, seguía con el culo al aire y volvía a tener aquellos horribles calcetines, pero intenté no enfadarme y le consolé,
-Venga Pepe, que no ha pasado nada. Amigos de nuevo ¿vale?
-Si es que me siento tan ridículo.- Pepe seguía llorando y algún hipido se colaba entre sus sollozos.
-Anda, vamos a salir y bebes algo. Espera, salgo yo primero, no sea que nos vea alguien.
Salí del baño recolocándome el vestido con tan mala suerte que mi jefe, Vicente, en busca de alivio a sus riñones, se chocó conmigo en el estrecho pasillo que conducía a los baños, mirándome muy desconcertado al ver que había aparecido procedente del baño de caballeros. ¡Lo que me faltaba! Al ver a Pepe abrir la puerta del baño tras de mí sumaría dos y dos y sospecharía con toda seguridad que nos habríamos enrollado.
Una noche perfecta.
-¡Pero qué haces! ¿Te has vuelto loco?
-Ninetta…yo…yo no he podido dejar de pensar en aquella noche en que viniste a mi casa. Siento que te debo algo y te lo voy a pagar ahora mismo.
Y Pepe, ante mi atónita mirada, se bajó pantalones y calzoncillos, se acercó a mí y me besó torpemente.
-¿Estás chalado? ¡Para ya!
Yo forcejeé, aunque no fue necesario emplear mucha fuerza pues enseguida se rindió y se apartó de mí.
-¡Qué vergüenza Ninetta! Cuando lo siento…Creo que estoy algo borracho.
Y Pepe, tras el ataque comenzó a llorar como un bebé. Su aspecto no obstante era aún más ridículo, seguía con el culo al aire y volvía a tener aquellos horribles calcetines, pero intenté no enfadarme y le consolé,
-Venga Pepe, que no ha pasado nada. Amigos de nuevo ¿vale?
-Si es que me siento tan ridículo.- Pepe seguía llorando y algún hipido se colaba entre sus sollozos.
-Anda, vamos a salir y bebes algo. Espera, salgo yo primero, no sea que nos vea alguien.
Salí del baño recolocándome el vestido con tan mala suerte que mi jefe, Vicente, en busca de alivio a sus riñones, se chocó conmigo en el estrecho pasillo que conducía a los baños, mirándome muy desconcertado al ver que había aparecido procedente del baño de caballeros. ¡Lo que me faltaba! Al ver a Pepe abrir la puerta del baño tras de mí sumaría dos y dos y sospecharía con toda seguridad que nos habríamos enrollado.
Una noche perfecta.
2 comentarios:
nINETTA....
TE FELICITO
HAS CONSEGUIDO HACER UNA SERIE DE RELATOS HARTO GUSTOSOS....Y NO SÉ, MAS QUE PODRÌAN SER REALES.,
TE LO DICE UN VETERANO DE 70+ QUE HA PASADO POR MUCHAS Y QUE FUERON MAS LOS "LIGUES" FALLIDOS QUE LAS NOCHES DE "......"
UN BESO Y FELIZ 2008. DY CON ESPÍRITU....QUE EL SEÑOR NOS PROTEJA DE TALES DEIDADES!!!!!!!!
Muchas gracias Doc, si es que las calamitosas aventuras que le pasan a la pobre Ninetta son más frecuentes de lo que parece, ja ja ja. Reitero las gracias por leerme y Feliz Año!
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