Unos golpes en la puerta me despertaron inesperadamente. El timbre sonaba imperativo y me asusté. Miré la hora: ¡Las tres de la mañana! Si era Manolo de nuevo con cara de pena lo asesinaría lentamente. Me puse el albornoz de mala gana y miré por la mirilla: era Andrés, mi vecino.
-Ninetta, ¿me puedes ayudar? –Dijo mi vecino siquiera antes de abrir.
-Ya voy, espera.
Abrí la puerta y le miré de arriba abajo. Iba descalzo y con unos boxers como único atuendo. Apoyaba una mano sobre la pared mientras con la otra se agarraba la barriga, con un gesto de profundo sufrimiento.
-Me encuentro fatal. Siento un terrible dolor en el estómago y me he desmayado dos veces.
Su cara era un poema. A pesar del frío que entraba procedente del portal, tenía el rostro lleno de gotas de sudor, su cuerpo temblaba y estaba tremendamente pálido. Realmente me asusté.
-Pero ¿qué te ha pasado?
-No lo sé, me he empezado a encontrar mal después de cenar y ahora no soy capaz ni de conducir. ¿Me podrías llevar en tu coche al hospital?
-Claro pasa, enseguida me visto y te acompaño.
Me puse lo primero que encontré en mi habitación: la ropa del día anterior: unos pantalones y una blusa. Por un día no pasaba nada que me olvidara de mi ropa interior.
-¿Tienes algo para ponerte Andrés? Hace un frío de muerte en la calle como para que vayas de esa guisa.
Mi vecino no podía articular palabra, depositó sus llaves en la palma de mi mano y aprovechó para retorcerse de nuevo en mi sofá.
Entré en su casa como una exhalación y busqué en su armario algo de ropa y unos zapatos. No pude dejar de fijarme en las fotografías de mujeres desnudas que había colgadas en la pared de su dormitorio. ¿Serían esas todas sus conquistas?
Ayudé a Andrés a vestirse. En ese momento ya ni me acordaba de mi encontronazo de aquella tarde con él. Cogimos el ascensor hasta el garaje y salimos a toda velocidad en dirección al hospital.
¿Cuándo volvería a mi cama de nuevo?
-Ninetta, ¿me puedes ayudar? –Dijo mi vecino siquiera antes de abrir.
-Ya voy, espera.
Abrí la puerta y le miré de arriba abajo. Iba descalzo y con unos boxers como único atuendo. Apoyaba una mano sobre la pared mientras con la otra se agarraba la barriga, con un gesto de profundo sufrimiento.
-Me encuentro fatal. Siento un terrible dolor en el estómago y me he desmayado dos veces.
Su cara era un poema. A pesar del frío que entraba procedente del portal, tenía el rostro lleno de gotas de sudor, su cuerpo temblaba y estaba tremendamente pálido. Realmente me asusté.
-Pero ¿qué te ha pasado?
-No lo sé, me he empezado a encontrar mal después de cenar y ahora no soy capaz ni de conducir. ¿Me podrías llevar en tu coche al hospital?
-Claro pasa, enseguida me visto y te acompaño.
Me puse lo primero que encontré en mi habitación: la ropa del día anterior: unos pantalones y una blusa. Por un día no pasaba nada que me olvidara de mi ropa interior.
-¿Tienes algo para ponerte Andrés? Hace un frío de muerte en la calle como para que vayas de esa guisa.
Mi vecino no podía articular palabra, depositó sus llaves en la palma de mi mano y aprovechó para retorcerse de nuevo en mi sofá.
Entré en su casa como una exhalación y busqué en su armario algo de ropa y unos zapatos. No pude dejar de fijarme en las fotografías de mujeres desnudas que había colgadas en la pared de su dormitorio. ¿Serían esas todas sus conquistas?
Ayudé a Andrés a vestirse. En ese momento ya ni me acordaba de mi encontronazo de aquella tarde con él. Cogimos el ascensor hasta el garaje y salimos a toda velocidad en dirección al hospital.
¿Cuándo volvería a mi cama de nuevo?
6 comentarios:
Hola, desde México al habla, algunas preguntas y confesiones:
Preguntas: la de las fotos retocadas eres tú ?
Confesiones: Si es así, eres un verdader bocado de pecado mujer. Tienes unas carnes, para que a uno se le trepen las gonadas al cerebro.
sere un seguido lecxtor de tus relatos y ojala tengamos oportunidadde entablar mejores platicas (chat, hotmail, Msn o mail)
r_verdeja@hotmail.com
Un beso en el Yoyopo
El rulo
Muchas gracias por tu comentario Rulo, ja ja ja. Si es que el adobe hace maravillas... Pues sí, soy yo. Es que me aburre buscar fotos en Internet, y aunque no sean tan maravillosas como las que se pueden ver en otros blog, tienen una cosa: son únicas y a todo color!
Besos.
Andrés empezó a imaginarte probando el juguetito, se fue calentando, se fue calentando... Y el sistema psicosomático hizo el resto.
Supongo.
P.S.: ¿El Yoyopo es alguna capital?
Bueno, soy una mujer curiosa y es lo primero que busqué en el google, yo ya lo sé. Hala Pepe, ya me contarás si encuentras su significado...Y no, no es una ciudad.
De que se te han calentado los lectores no hay duda, pero haciendo de madre y enfermera no te veo, no después de lo de Manolo.
Ninetta
Toma el Yoyopo omo una de las partes más erogenas que tengas, la que quieras, y ahi mismo recibe mi humeda muestra de cachondes....
venga la continuación de esta trama de Ninetta haciendola de enfermera, eso prende, ojala hayas terminado con ese dolor de estomago de tu vecino, con un buen tratamiento oral, así a cualquiera.....
el rulo
r_verdeja@hotmail.com
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