sábado, 22 de marzo de 2008

El despertar

Al día siguiente me despertó el impetuoso timbre de mi teléfono. Vi que quien llamaba era mi madre y me abstuve de contestar. Era muy posible que María le hubiera contado lo acontecido la noche anterior, o por lo menos parte de lo ocurrido, dado lo mentirosa que era mi hermana. Al rato llamó ésta a mi teléfono móvil, y tras reiterar su llamada tres veces más, dejó de insistir. Me dolía todo el cuerpo y mi cerebro buscaba incansable la manera más fácil de desconectar de todo. Y afortunadamente la encontró al recordar a Juan Carlos. Cogí mi teléfono y le llamé:

-¡Hola Ninetta! ¿Qué tal va todo?

-Muy bien.-mentí-Pero tenía ganas de volver a casa, ha sido agotador.

La conversación con Juan Carlos me liberó de los pensamientos reincidentes y pulsátiles que atormentaban mi mente. Quedamos esa misma noche para ver una película y después a cenar. La ilusión por verle alejó mi sensación de malestar y traición que sentía al recordar a María y a Manolo. De alguna forma, ya había intuido algo hacía tiempo, pero quizás me dejé engañar como un mecanismo de defensa. Y es que no creo que le haga gracia a nadie la situación. La separación era muy reciente y aunque había sido yo la que había querido la ruptura, siempre creí que Manolo seguía amándome pesar de todo y que tardaría tiempo en encontrar a otra mujer. Pero encontrar a mi hermana nada menos, es algo que no le puedo perdonar. Respecto a María, siempre he tenido la sensación de que me envidiaba por múltiples razones, no era la primera vez que veía con buenos ojos en mi adolescencia los “novios” que me echaba y que inocentemente le presentaba. Estando casada jamás percibí su deseo por Manolo o el deseo de éste por mi hermana, aunque al decirlo se me atraganten las palabras.

Me levanté de la cama completamente helada. Había pasado toda la noche sin taparme y se notaba el frío de la mañana en la casa. Corrí hacia el termostato y lo subí, me desnudé por el camino y me deleité con el agua caliente de la ducha. Sentí como resbalaban por mi piel los pensamientos negativos y desaparecían por el desagüe.

Esta noche iba a ver a Juan Carlos, el resto del mundo no existía para mí.



3 comentarios:

juan dijo...

pues menuda putada lo de tu hermana y t ex
pero si encontraste a otro mejor

Pepe Castro dijo...

En momentos así uno/a no puede evitar dejar de ser algo egoísta.
Paradojas de la naturaleza humana ¿no?

Te sigo.

Félix Amador dijo...

Ay, ese sentimiento egocéntrico de pensar que aún nos quieren.