Por más que miré y remiré por todos los sitios no fui capaz de encontrarlas. Estaba convencida de que las había dejado allí, pero estaba muy nerviosa y era incapaz de pensar con cordura.
Tras buscar en cada rincón hice lo mismo con el resto de la casa. Busqué en el baño, en la cocina, en el salón. Volví a mirar dentro del bolso por si las había metido allí sin querer. No estaban. No podía entenderlo así que le pregunté a Clara.
-Sí, sí, lo he cogido yo. –Respondió para mi tranquilidad.
-Pues dámelo por favor. Había un artículo en ese periódico que quería recortar.-Le dije para no tener que darle más explicaciones.
-Imposible. Ya no lo tengo.
-¿Cómo que ya no lo tienes? –Dije yo con la voz algo entrecortada.
-Los he tirado. La casa estaba llena de papeles viejos así que lo he llevado todo al contenedor de papel.
-¡Serás patosa! –Le dije intentando no decirle nada más fuerte.
-Ninetta, es que no hay quien te entienda. Dices que no limpio nunca y cuando lo hago te parece mal. Cada vez eres más insoportable.
En ese momento mi sangre hervía tanto en mis venas que sentía la quemazón en mi piel. Había llegado la hora de limpiar la casa más profundamente.
-¡Hasta aquí ha llegado mi buena voluntad! ¡Te doy una hora para coger tus cosas, meterlas en una maleta y largarte de mi casa para siempre!
-Pero mujer, no seas así. Si sabes que me iré algún día con Emilio.
-Tienes casa ¿no? Pues no entiendo qué coño haces en la mía. Vale que al principio necesitaras compañía para superar la fuga de tu marido, pero ahora estás bien, tienes novio y lo único que haces en esta casa es dejarla echa un desastre. No te soporto, no aguanto tus manías, ni que dejes tirado todo por el suelo, ni que te comas lo que he comprado exclusivamente para mí. Se acabó. Has agotado mi paciencia por completo.
-Pero…--Empezó a decir Clara.
-¡Ni peros ni nadas, me voy a la calle, a la vuelta no quiero verte!
Me largué dando un portazo y corrí en busca del contenedor de papel cruzando los dedos para que lo pudiera encontrar.
Sabía que era como buscar una aguja en un pajar.
Tras buscar en cada rincón hice lo mismo con el resto de la casa. Busqué en el baño, en la cocina, en el salón. Volví a mirar dentro del bolso por si las había metido allí sin querer. No estaban. No podía entenderlo así que le pregunté a Clara.
-Sí, sí, lo he cogido yo. –Respondió para mi tranquilidad.
-Pues dámelo por favor. Había un artículo en ese periódico que quería recortar.-Le dije para no tener que darle más explicaciones.
-Imposible. Ya no lo tengo.
-¿Cómo que ya no lo tienes? –Dije yo con la voz algo entrecortada.
-Los he tirado. La casa estaba llena de papeles viejos así que lo he llevado todo al contenedor de papel.
-¡Serás patosa! –Le dije intentando no decirle nada más fuerte.
-Ninetta, es que no hay quien te entienda. Dices que no limpio nunca y cuando lo hago te parece mal. Cada vez eres más insoportable.
En ese momento mi sangre hervía tanto en mis venas que sentía la quemazón en mi piel. Había llegado la hora de limpiar la casa más profundamente.
-¡Hasta aquí ha llegado mi buena voluntad! ¡Te doy una hora para coger tus cosas, meterlas en una maleta y largarte de mi casa para siempre!
-Pero mujer, no seas así. Si sabes que me iré algún día con Emilio.
-Tienes casa ¿no? Pues no entiendo qué coño haces en la mía. Vale que al principio necesitaras compañía para superar la fuga de tu marido, pero ahora estás bien, tienes novio y lo único que haces en esta casa es dejarla echa un desastre. No te soporto, no aguanto tus manías, ni que dejes tirado todo por el suelo, ni que te comas lo que he comprado exclusivamente para mí. Se acabó. Has agotado mi paciencia por completo.
-Pero…--Empezó a decir Clara.
-¡Ni peros ni nadas, me voy a la calle, a la vuelta no quiero verte!
Me largué dando un portazo y corrí en busca del contenedor de papel cruzando los dedos para que lo pudiera encontrar.
Sabía que era como buscar una aguja en un pajar.
2 comentarios:
Vaya!!! por fin Ninetta se atrevio a correr a ese parasito de Clara, espero que tenga la misma fuerza para vivir y disfrutar la vida....
esos prontos no son buenos Ninetta, la sangre es demasiado amarga para controlarla y tu esta vez no lo hiciste, aunque aplaudo tu decisión. Besos
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